Por: Diana Ajzen
Si pudiera hacer magia
[dropcap background=»transparent» color=»#e71c34″ circle=»0″ size=»2″]S[/dropcap]i pudiera tener una varita mágica, un genio de la lámpara para concederme un deseo, o pedirle un deseo a una estrella en el cielo, ciertamente pediría que borrara de mi mente el recuerdo de este año, el repentino sentimiento de la tierra moviéndose debajo de mis pies, cambios en la vida de una manera tan profunda que no son fáciles de digerir.
Muerte, pérdidas y dolor, mi amado esposo y compañero de vida, mis hijos buscando un espacio para protegerse y gestionar su dolor y su enojo, molestos por lo que no pueden comprender y controlar, mi socio de negocios unas semanas más tarde fallece de forma inesperada y a los pocos meses mi amiga de la infancia, mi prima más cercana a sólo unos minutos de cumplir 63 años.
Si pudiera borrar un año en mi vida, este es el que elijo, si tuviera una varita mágica, o pudiera pedirle un deseo a una estrella o al genio de la lámpara, pediría que desapareciera el recuerdo de este año.
Pero entonces, ¿dónde quedarían estos maravillosos seres humanos que todavía son y siempre serán parte de mi vida?, con los que compartí innumerables momentos, conversaciones, posibilidades, si borro sus muertes, ¿qué pasará con sus vidas?
Realmente tuve la suerte de tenerlos por un tiempo, aprecio el tiempo que tuve con cada uno de ellos, su legado y compañía, así que, si borrara su muerte, ¿dónde residirían sus vidas?
Entonces, tal vez si quisiera pedirle a una estrella, a una lámpara o tuviera una varita mágica, desearía que se quedaran conmigo, recordar cómo fue pasar tiempo con ellos, lo que se dijo y lo que quedó pendiente de decir, para mantenerlos en mis sueños, donde a menudo aparecen y seguir aprendiendo sobre su legado y compañía.
Si tuviera una varita mágica, seguiría apreciando mi salud y posibilidades mientras todavía estoy aquí, agradeciéndoles por su tiempo conmigo, agradeciendo a la vida por tener su memoria, por los buenos y los malos momentos, desearía recordar que todavía están en mi vida, desearía que se quedaran conmigo para siempre, y para eso no necesito una varita mágica, una lámpara mágica o una estrella para desearlo, solo necesito sentirlos cerca, para agradecerle a la vida que los tuve y perdonarlos por dejarme sola.
Solo necesito recordar que todavía están conmigo, que no se han ido mientras están en mis sueños y recuerdos.
Solo necesito aprender a no tener una respuesta de ellos, pero aún puedo imaginar la respuesta que sé que me darían, que no podré tocarlos, pero recuerdo cómo fue sentirlos cerca y rememorarlos en los momentos que tuve.
Tengo la varita mágica, puedo hacer que mi deseo se haga realidad, solo tengo que contarme la historia de esperanza, perdón y continuar agradecida por el tiempo que tuve con todos ellos, soltando la ira y los “si hubiera”.
Solo tengo que confiar en mis amigos y familiares para recordarme que estuvieron aquí, todavía están aquí, vivos o muertos, todavía están aquí en mi hogar, mi mente y los recuerdos que quiero conservar.
Solo le deseo a esa estrella que pueda construir una historia que los mantenga vivos en mi mente y alma mientras sigo construyendo un Yo mejor, un Yo más fuerte, un Yo poderoso, junto con ellos, con aquellos que eligen continuar unidos a mí en este viaje llamado vida, juntos con todos los que deciden continuar en este paseo junto a Mí.
Puedo contar esta historia con enojo por este año, puedo contarla con pena por esta montaña rusa emocional, pero decido contarla en un estado de ánimo de esperanza y agradecimiento, todavía rondando en la tristeza, todavía pensando en su pérdida, todavía anhelando su presencia, soltando la ira y el hubiera, reinventándome con lo que tengo, lo que todavía puedo ofrecer y al mismo tiempo agradeciéndoles nuevamente por haber estado y estar en mi vida.