CAMINANDO POR LA EDUCACIÓN

Por Carolina Mosqueda Castillo

En los próximos días espero jubilarme, es la meta que me planteé en 1988 cuando inicié mi trabajo como maestra de jardín de niños rural… Tenemos la tendencia a proyectarnos al futuro sin pensar qué tan lejano sea ese futuro; desde el inicio de mi trabajo establecí que cumpliendo con el tiempo necesario me jubilaría porque todo tiene un ciclo.

[dropcap background=»transparent» color=»#e71c34″ circle=»0″ size=»2″]A[/dropcap] finales de los 80´s la vida, Dios o el destino me ubicó en una escuela rural bidocentes a 30 km. De la cabecera municipal de la ciudad de Valle de Santiago, Gto. … creo que es de imaginarse que las condiciones de las rancherías en esas épocas no se parecen en nada a la actualidad, para poder llegar a la comunidad denominada “Las Cañas” se recorrían 3 horas en un camión que fácilmente podríamos decir que tenía movimientos oscilatorios integrados, como el camino era de terracería y estaba lleno de hoyos por todos lados, nos “mecía” todo el trayecto; pero esto era muy agradable comparado con el regreso, sin servicio de transporte debíamos caminar hasta por 8 km. Al ranchito más cercano y buscar con ayuda del cielo algún vehículo que nos diera un “aventón”.

Así era la vida laboral de la mayoría de los maestros de esa época, y todos lo sabíamos y lo aceptábamos gustosos por tener una base de maestro aún cuando fuera en la última comunidad del municipio; para mi fortuna también era la época en que el crecimiento de Jardines de niños estaba viento en popa… La demanda de educación preescolar provocó que en todas las comunidades se abrieran escuelas y esto permitía el moverse hasta 3 ó 4 veces de escuela por ciclo escolar.

Poco tiempo duró mi recorrido como educadora frente a grupo, durante 9 años recorrí 5 escuelas hasta llegar a la anhelada ciudad y una escuela de organización completa… durante este tiempo fui maestra unitaria en una escuela bajo un árbol al lado de la Laguna de Yuriria, con hermosas vistas pero con un trayecto a pie de 5km. diarios entre el cerro para accesar al patio de la capilla de la comunidad y tener oportunidad de atender a los niños en cajas de jitomate por mesa y una banqueta del patio por silla… esto no impedía que día a día los niños llegaran hasta la puerta esperando que llegara su maestra aún ante las inclemencias del clima, porque ellos querían ir al “kínder”.

Bajo estas circunstancias se aprende de todo y aparecen los deseos de progreso, 5 ciclos escolares me fueron suficiente para obtener un edificio escolar donde dar mis clases, realizar la Lic. En Educación y asistir a un montón de cursos que me ayudaran a obtener un buen puntaje escalafonario y poder ir a otra comunidad más cercana a la ciudad.

Durante el 9º año de servicio participé para obtener la función de “Educadora Orientadora”, cosa que conseguí por 2 años, esto me alejó del aula y el trabajo directo con los niños, pero me obligó a desarrollarme como líder de una zona escolar de 16 escuelas a mi cargo con el mismo número de docentes bachilleres, que estaban trabajando como maestros cuando se encontraban en formación, siendo estudiantes de preparatoria era bastante complicado esperar que se desempeñaran como las maestras de la educación preescolar regular, es por ello que mi trabajo como formadora y capacitadora de personal arrancó.

El ambiente de trabajo en el que me encontraba me permitió ampliar mi ámbito de acción y las aspiraciones se hacían mayores cada día, así que inicié los estudios de maestría en pedagogía y me inscribía en todos los cursos y diplomados que podía; con un gran número de ideas y proyectos se presentó la oportunidad de concursar para obtener la Coordinación de Gestión en el Centro de Desarrollo Educativo (CEDE) de mi ciudad; tras obtener el puesto se presentó el reto de capacitar a los docentes del municipio, pero no solo de preescolar, así que el reto era mayúsculo: conocer los programas y formas de enseñanza de todos los niveles educativos, diseñar cursos y talleres y capacitar a los maestros en aquello que ellos requerían para mejorar su desempeño… el trabajar a “la carta” con los docentes me ayudó a desarrollar muchas competencias sobre el diseño y la capacitación.

Por 2 años me dediqué a desarrollar competencias que no creí que podía obtener y a cursar la maestría en docencia, así como muchos cursos y diplomados de todos los niveles y a administrar los recursos materiales del CEDE. Con esta dinámica de acceso a la capacitación pude obtener muchos puntos escalafonarios que me llevaron a promocionarme como directora de Jardín de niños, por este motivo me trasladé a la ciudad de San Francisco del Rincón, Gto para desempeñarme como directora, por 2 ciclos escolares fui directora y nuevamente se presentó la oportunidad de volver a la Coordinación de Gestión de CEDE pero ahora en la ciudad de Jaral del Progreso, siendo un trabajo que me gustaba y que me permitía regresar a residir en mi ciudad; me esforcé por obtenerlo y lo conseguí.

9 años pasaron y yo seguía dedicada a la capacitación de personal con mayor dominio cada vez y tratando de impactar en la mejora de las prácticas de mis compañeros docentes; pero cuando se tiene el “gen” de las aspiraciones es muy difícil quedarse en un solo lugar y en una sola función, así que cada año concursaba para obtener la función de supervisora en el nivel de preescolar, cosa que pude obtener en la ciudad de Abasolo, Gto. y tuve la oportunidad de estar al frente de 22 Jardines de niños y posteriormente de igual número en la ciudad de Apaseo el Grande, Gto.

Cuando creía que había llegado a la meta de mi vida laboral, la reforma educativa nos abrazó a todos los maestros y con ella llegaron los cambios radicales, ahora y por primera vez en la historia de la educación se obtenían los ascensos por examen… El escalafón había muerto… esto nos ponía a todos en igualdad de circunstancias, quien demostrara que tenía los conocimientos y habilidades necesarios podía accesar a la función que quisiera y me volvió a brincar la inquietud de saber de lo desconocido, así que realicé el examen, tan temido por muchos, para el único puesto que podía acceder “La jefatura de Sector” y ante la incredulidad de muchos, alguien con pocas posibilidades en el escalafón obtuvo la función y yo di gracias a la Reforma educativa que hacía justicia a quien tenía aspiraciones y saber para obtener una función que le llevaría muchos años obtener mientras acumulaba antigüedad y puntos.

Ser Jefa de Sector desde hace 5 años me ha permitido regresar a ver las aulas con los docentes y los alumnos como el núcleo fundamental del aprendizaje y la razón de ser de la educación de este país. Han pasado los años y por fin puedo accesar a las condiciones que establece el ISSSTE para poder jubilarme y llegar a la meta establecida 32 años atrás. El momento llegó y con todo el agradecimiento por lo vivido durante este tiempo cumpliré mi meta…cerraré un ciclo… y voy por nuevos ciclos y nuevas metas.