Este año para todos será un balance muy distinto.
Lo que hicimos y lo que no, a diferencia de otros años, no dependió de nuestra voluntad o compromiso; sino de lo que nos fue permitido.
Miles de planes quedaron en proyectos. Hubo sueños rotos, familias con grandes pérdidas, relaciones que se terminaron, sectores y países con economías destrozadas y miles de trabajos que se perdieron para siempre.
En el medio de este escenario, muchas estructuras dejaron de ser lo que eran. La educación cambió. Rediseñamos nuevas maneras de trabajar y de relacionarnos. La actividad física y recreativa también se reconfiguró.
Los parques, plazas y paseos estuvieron desiertos por largos meses y se llenaron de niños, jóvenes y adultos ante el primer permiso de “nueva libertad”.
El deseo de respirar aire puro se volvió parte de nuestras plegarias cotidianas.
Por primera vez en muchos años, tal vez décadas, nos hartamos de las pantallas e imploramos más que nunca poder abrazar y besar a nuestros afectos.
Noche a noche soñamos cada reencuentro; con nuestros padres que tanto retrasábamos visitas por estar ocupados y
con nuestros amigos, con los que se volvió insuficiente hacer un zoom o chatear por WhatsApp.
Nos hicimos amigos de nuestros vecinos, los que muchas veces fueron nuestros interlocutores de ventana a ventana.
También hubo encuentros y desencuentros con nuestras parejas, donde en muchos casos renació el amor y en otros se declaró un basta.
Volvimos a tener tiempo y presencia para estar con nuestros hijos y nos dimos cuenta de cuánto nos habíamos perdido de su crecimiento.
Recordamos lo que era extrañar.
Resignificamos la libertad.
Empezamos a dar gracias y apreciar el tener una casa para refugiarnos. También pensamos más que nunca en aquellos que no tienen un lugar para dormir en paz.
Nos patearon el tablero de la vida y nos empujaron a Crear un nuevo juego.
Tal vez este sea el año donde más que nunca el balance va a implicar dejar de mirar lo que hemos hecho o dejado de hacer y preguntarnos Quiénes hemos sido hasta acá; y en Quiénes estamos comprometidos a convertirnos en este nuevo año que comienza.
Muchos de nosotros este año vamos a ofrecer la casa para festejar.
Muchos de nosotros vamos a hacer regalos bien distintos. Decidiremos dar ( y darnos) palabras que expresar gratitud y amor a cada uno de nuestros seres más queridos, perdonaremos lo que haya que perdonar , pediremos perdón por los errores que hemos cometido y tenderemos una mano a quienes la están pasando mal.
Ojalá hayamos aprendido y podamos animarnos este nuevo año a Ser Co-inventores de un mundo mejor.
Les deseo una Navidad cargada de Amor y Compasión.
El 2020 ya termina, queda mucho por reparar y crear.
Amemos más que nunca.
María Lorena LLiteras