Como suele pasar todos explicaban sus porqués “Porque quiero ser independiente”, “Porque sin título nadie te contrata” ,“Porque en mi casa todos son profesionales”.
Luego de explicarles que los Porqués nos orientan a buscar explicaciones del pasado y los Paraqués nos obligan a mirar el futuro, a descubrir el sentido de lo que estamos haciendo, volví a lanzar la pregunta por segunda vez:
¿Para qué están en la Universidad?
La segunda reacción fue el silencio, como si la pregunta los hubiera llevado a un laberinto sin salida.
Los más osados se animaron a las primeras respuestas : “Para tener un título”, “Para recibirme”, “ Para conseguir un trabajo” “Para ganar dinero ”y la peor de todas para mí “Para ser alguien”.
Debo confesarles que esta última respuesta la sentí como un puñetazo en el estómago, ¿En qué momento habíamos confundido el Saber con el poder Ser?
Cada respuesta de ellos me gatillaba más preguntas:
¿Es condición suficiente tener un título para tener trabajo?
¿Todos los graduados tienen trabajo?
¿Todos los graduados trabajan de lo que se recibieron?
Y aquellos que trabajan de lo que estudiaron: ¿Ganan la cantidad de dinero que quieren ganar?¿Son felices haciendo lo que hacen?
¿Es posible ser feliz “haciendo el bien” en un actividad que de sentido a nuestras vidas y nos permita ganar dinero?
Debo confesar que esta última pregunta me recordó que durante años pensé que dinero y felicidad no podían obtenerse al mismo tiempo.
Ya habían pasado más de 25 estudiantes y parecía ser que las únicas respuestas del “Manual de lo heredado” no tenía más opciones.
Fue en ese momento donde juntando mucho coraje lancé la primera regla restrictiva de la tarde: “Está prohibido decir lo obvio .Todos sabemos que quienes estamos en una Universidad queremos recibirnos y llevarnos el titulo de graduados.
Y nuevamente apareció el tan temido silencio, seguido de la duda, la confusión y el aterrador “No sé”. No saber en un lugar donde el conocimiento es la moneda que cotiza, no sólo incomoda, sino que nos lleva a darnos cuenta de lo que nunca habíamos tal vez pensado.
Fue ahí donde sentí la segunda patada en el centro de mi estómago ¿En que momento la auto-reflexión se había dejado de lado en pos de acumular saberes? ¿Cuándo dejó de ser importante habitar las preguntas aún sin respuestas? ¿Desde qué momento crear nuevas preguntas había dejado de ser importante? ¿Qué nuevo mundo podían co-diseñar nuestros jóvenes si sólo recibían respuestas aprendidas del pasado?
El automático de mi pensar me acorraló con la pregunta ¿Por qué puede estar pasando lo que está pasando?
Y como todos los porqués la respuesta vino al instante “Porque somos expertos explicando el pasado”. Ante cada pregunta tenemos más de mil posibles respuestas tranquilizadoras, porque en el pasado están los discursos conocidos , heredados o propios.
Y el Para qué es la pregunta que parece obvia, pero que rara vez nos hacemos. Parecería ser que estar consciente del sentido de nuestros actos es demasiado incómodo para nuestro cerebro que ama ahorrar energía.
Fue una tarde reveladora para mí, y me atrevo a decir que también para muchos de este grupo de futuros Ingenieros que estaban en su último año de Universidad.
Incómoda, pero reveladora. Nos fuimos con preguntas sin respuestas.
Y siempre las preguntas nos obligan a pensar, a crear o inventar posibilidades.
En lo personal, descubrí que mi gran desafío como adulta es contribuir a que nuestros jóvenes se animen a definir y diseñar el sentido personal de estar emprendiendo esta aventura de aprendizaje que implica la universidad; y para ello debemos invitarlos desde pequeños a que miren el mundo, y no sólo sus deseos o lo que les gusta. Prepararlos para la adultez requiere que decidan de qué parte del mundo quieren hacerse cargo. En qué ámbitos quieren hacer una diferencia, dejar huella.
Porque hay algo que es conocido por todos: El mundo está lleno de problemas, o mejor dicho de personas que tienen problemas. Y es en ese mundo donde cada profesional puede ser Oferta de solución.
Ya no es suficiente que las universidades formen profesionales.
Necesitamos que las universidades formen los mejores profesionales para este mundo que ya esta siendo.
Necesitamos profesionales sensibles a lo que ocurre en un mundo donde hay mucho por reparar. Personas éticas comprometidas con servir a otros, con amor, respeto y cuidado hacia las personas y hacia nuestra casa mundo.
La pregunto que me llevo es ¿De qué parte del mundo te harás cargo responsablemente vos?
Autora: María Lorena LLiteras
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